A muchos padres la popular frase de “dormir como un bebé” como sinónimo de sueño profundo les sonará a sarcasmo. Y no es para menos: en torno a un 30 % de los niños de entre seis meses y cinco años tiene problemas de insomnio.
Los niños en esta situación se caracterizan por ofrecer prácticamente a diario una gran resistencia a dormir por la noche, con llantos y berrinches, así como frecuentes despertares nocturnos tras los que de nuevo parece imposible conseguir que vuelvan a conciliar el sueño.
En algunos casos este insomnio es la consecuencia de enfermedades médicas como la apnea del sueño, problemas gastrointestinales, trastornos psiquiátricos o efectos secundarios de algunos medicamentos, por citar varios ejemplos.
Sin embargo, “la mayoría de las veces, cuando un niño pequeño sufre insomnio se debe a que no sabe dormirse solo, y hay que enseñarle”, explica el doctor Víctor Soto, neuropediatra del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz de Madrid.
Aprender a dormir
“Durante los primeros años de vida aprendemos numerosos hábitos que hacemos diariamente, por ejemplo cómo comer o cómo interaccionar con el resto de personas de nuestro entorno. En nuestro ambiente tenemos interiorizado que es importante tener unos buenos hábitos alimenticios. Es decir que nunca dejaríamos comer hamburguesas a nuestros hijos aunque él nos lo pidiera, porque sabemos que no es bueno para él. Pues igualmente es importante enseñarle unos buenos hábitos respecto al sueño”.
Además, añade este experto, “en la mayoría de las ocasiones los niños que tienen problemas para dormirse o se despiertan muchas veces por la noche se debe a que no han adquirido un buen hábito respecto a dormir”.
Por ello, según explica el doctor Soto, “acostumbrar al niño a dormirse meciéndolo, con la televisión encendida con los padres presentes, no solo provocará que exija siempre esos hábitos, sino que cuando despierte por la noche no volverá a dormirse por sí solo por la falta de esos estímulos”.
También es fundamental evitar malas rutinas. En este sentido “es muy importante que los niños no se duerman delante de una pantalla de televisión, tablet o móvil. No es por el contenido que vean, da igual que estén viendo un concierto de música clásica, lo que impide el sueño es la exposición a la luz de las pantallas que impide la secreción individual de melatonina, que es la hormona que nos induce el sueño”.
Estrategia y constancia
Aunque existen diversos fármacos destinados a facilitar el sueño de los niños, “existe un amplio consenso médico sobre la conveniencia de intentar antes resolver el problema procurando cambios conductuales tanto del niño como de la propia familia. Los fármacos se debe usar siempre de forma complementaria”, subraya el neuropediatra de la Fundación Jiménez Díaz.
Además de evitar los hábitos antes citados que suelen desencadenar problemas de insomnio, “la primera regla de oro para reconducir la situación es la regularidad en los horarios y en los hábitos previos al momento de acostar al niño. Es recomendable que el niño aprenda a hacer solo la transición de la vigilia al sueño. Para ello, conviene establecer un ritual fijo todos los días, a la misma ahora aproximadamente, como por ejemplo el ciclo baño, cena y alguna actividad relajante como contar un cuento”.
Eso sí, “es muy importante que el niño se duerma cuando ya esté solo en su cama, para que si se despierta por la noche no eche de menos ningún otro estímulo y vuelva a dormirse por sí mismo. Acostarlo con algún muñeco o juguete puede ayudar, porque lo asociará al hecho de dormir”, explica el doctor Soto.
Existen muchos métodos para conseguir que el niño aprenda a dormirse solo. Dependiendo de las características de cada familia, se elegirá uno u otro, pero siempre con el objetivo de que sean autónomos para conciliar el sueño.
Son muchos los estudios científicos que demuestran que el dormirse solos mejora el insomnio en los niños. De hecho se ha demostrado que aquellos niños que no necesitan a sus padres presentes para dormirse mejoran su autonomía, su autoestima y la relación paterno-filial”, “El resto de métodos que defienden que los niños que duermen solos serán más inseguros en un futuro o tendrán más problemas de sueño, no tienen ninguna evidencia científica que los avale” advierte el especialista de la Fundación Jiménez Díaz.
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